Somos lo que nos sucede: el Ascendente
Como siempre, con
esto de la astrología, uno acaba por regresar a viejos textos,
repasa apuntes y, en definitiva, entre lo antiguo y lo nuevo, nunca
se para de aprender. Estos días, por ejemplo, rescaté Ascendentes
en Astrología, de Eugenio Carutti, una de mis primeras lecturas.
Carutti es el
fundador de Casa XI, uno de las escuelas de astrología con mayor
prestigio en el ámbito hispanohablante. El centro tiene sede en
Buenos Aires y propone una costosa formación de cuatro años, así
como posgrados y varios cursos complementarios. La mayoría de sus
alumnos son psicólogos y entre sus docentes y antiguos estudiantes
se encuentran Alejandro Lodi –quien ha realizado una
interesantísima labor comparativa entre el Tarot y la Astrología- y
el cachondo de Pablo Telias, cuyo canal de YouTube Astrohumor divulga
el zodiaco en clave de risas.
Las dos obras
fundamentales de Carutti son: Las lunas: El refugio de la memoria y
Los Ascendentes en Astrología, que es el que releo ahora. Para los
que no lo sepan, el Ascendente es el punto geográfico que se levanta
en el horizonte cuando el individuo nace. Antiguamente se deducía
mediante fórmulas matemáticas pero hoy día cualquier programa en
el que se introduzcan el lugar y la hora precisa de nacimiento lo
calcula de manera automática. Constituye uno de los elementos
básicos a la hora de estudiar una carta. Algunos lo definen como la
personalidad, otros dicen que es la máscara que nos colocamos ante
los demás; también se habla del físico, la manera en que empezamos
las cosas o la energía que venimos a aprender. Para entender
cualquier carta conocer al ascendente resulta fundamental.
El Ascendente
Carutti estructura
su libro como una especie de diálogo entre profesor y estudiante,
que completa sus experiencias y valoraciones con los comentarios y
dudas de los oyentes. Advierto que a Carutti le encanta enrollarse
con terminología new age, reminiscencias junguianas, dibujitos de
espirales y abstracciones casi infumables. Se le nota su formación
esotérica y uno puede acabar de términos como vincularidad,
pulsión, retro alimentación y transpersonal hasta los mismísimos
huevos. Pero siempre -siempre-se aprende de sus obras y artículos.
Veamos qué nos
cuenta:
Para empezar,
Carutti nos va a hablar de la totalidad del individuo, la unidad del
cosmos, el eterno fluir con lo que nos rodea y nuestro aspecto
cocreador en la vida. Como bebe de fuentes junguianas, hará muchas
referencias al mecanismo de proyección, es decir, al hecho de que
nuestra realidad personal y exterior no es otra cosa que un reflejo
/compensación de nuestro ser interno.
Si aplicamos este
concepto a la astrología y lo simplificamos, deducimos, por ejemplo,
que en cada carta natal, la luna representará a nuestra madre y a
las mujeres que atraemos en la vida; la casa tres, el carácter de
nuestros hermanos; la cinco, el de nuestros hijos; el sol y Saturno,
las figuras masculinas de poder… etc. En definitiva, TODO eso que
calificamos como externo, es, en realidad, un espejo de nuestro ser,
de nuestra carta natal.
Lo importante es que
esta idea adquiere su máximo expresión al hablar del ascendente. La
energía del ascendente acompaña de manera destacada a cada
individuo -no es que las otras no lo hagan; no olvidemos que para
Carutti, todos somos todo, pero con el ascendente pareciera que sus
efectos se sintieran aún más. Su fuerza se impone como un
aprendizaje obligatorio a través de señales, de las personas que
nos rodean y de los golpes del destino. Con el ascendente, más que
nunca, somos lo que nos sucede.
Carutti es
fantástico dando ejemplos y lo importante, aquí, es que entendáis.
Plantea el caso de una nena nacida con el sol en Cáncer y el
ascendente en Aries. Desde que nace, a esta niña la rodea la energía
ariana: le suceden situaciones que incluyen velocidad, golpes,
peleas, lucha de egos… Cuenta que en el cole hay una compañera que
le pega y la reta y que ella se acobarda. Los papás en casa -un
padre, por cierto, muy autoritario- sólo saben apabullarla e
instarla a que aprenda a defenderse, que no se deje pisar por otros.
Es como si la vida la condujera por situaciones con características
muy del signo Aries y, de alguna manera, le exigiera incluirlas
dentro de su personalidad o, cuanto menos, tenerlas en consideración.
Luego, ya de adolescente, la muchacha empezaría a practicar
balonmano, a desarrollar cierta confianza en sí misma y el gusto por
la competitividad, hasta el punto que el deporte se transforma en una
de sus principales pasiones. Se trata, por supuesto, de un caso
breve, muy simplificado. El libro abunda con este tipo de historias
muy ilustrativas.
Carutti desmenuza
cada uno de los signos. Nos dice que al ascendente Tauro le sucederán
situaciones taurinas –contacto con el campo, familiares adinerados,
problemas de salud derivados de la alimentación, demora en los
planes… A Géminis, situaciones geminianas: un hermano que hace
sombra, un mejor amigo con el que luego se pelea , oportunidades
dobles –dos ofertas de trabajo al mismo tiempo, dos hijos seguidos
del mismo sexo, etc. Y así, sucesivamente. Un ascendente Libra puede
vivir asuntos legales, algún juicio; uno Escorpio, situaciones
extremas y escorpianas; al ascendente Sagitario le pueden obligar a
viajar sin que le apetezca en lo mas mínimo.
Carutti apunta que
el nativo tiende a sentir una especie de amor-odio hacia la energía
del ascendente. Estas situaciones, estos personajes en nuestra vida
que encarnan la energía del signo ascendente provocarán rechazo o
total fascinación y nunca dejarán indiferente. Además, Carutti
anota que mientras menos integrada tengamos esa energía, más nos
llegará de fuera: esto implica no sólo que las situaciones con esa
característica zodiacal se repitan, sino que también nos rodee
gente con el signo del ascendente. Es decir: a un ascendente Virgo le
sucederán situaciones virgo pero también le rodearán nativos de
Virgo.
Y lo más curioso es
que, conforme uno toma conciencia de dicha energía, la acepta, deja
de verla en los otros y se da cuenta de que le pertenece, empiezan a
rodearle las energías de la casa 7 o descendente. Es decir, que un
ascendente Virgo que ya se mueva mejor con los temas virgianos,
empezará a conocer a nativos de Piscis; un ascendente Aries conocerá
a Libra; uno Tauro, a Escorpio… y así, sucesivamente, cada
ascendente atraerá a su signo contrario. Las situaciones, relaciones
y golpes del destino ya no apuntan tanto a un aprendizaje como a una
complementariedad.
Esto es, más o
menos lo que nos dice Carutti. Por supuesto que se trata de un
resumen a niveles muy generales, sabéis que la carta es un mundo. Es
muy importante estudiar, por ejemplo, si existen planetas en la casa
1, los aspectos que reciben, el regente de la casa, etc. Vamos, se
debe analizar todo el conjunto. También es interesante conocer la
afinidad entre el signo solar y el ascendente. No será lo mismo, por
ejemplo, un sol en Aries con ascendente en Sagitario –mi caso-,
donde el elemento fuego de ambos signos vibra en sintonía, que,
digamos, un sol Tauro ascendente Leo o un sol Géminis ascendente
Escorpio. En estos casos, las energías chirrían pero también
generan una creatividad.
Tampoco entendáis
esto como una formula matemática de manual que viene a predecir que
el ascendente Aries tenga que pelearse en el colegio, el Sagitario
irse de viaje o el Piscis marcharse a un monasterio a meditar. Se
trata, en cualquier caso, que tengáis presente que la energía del
ascendente va a marcar mucho el camino del nativo –lo que le
suceda- de una manera u otra.
Propongo un
ejercicio. Ve a tu carta astral –ya sabes que necesitas el lugar
así como la hora precisa de nacimiento- y averigua tu ascendente.
Recapacita sobre ese signo que nos resulta: sea Aries, Tauro,
Capricornio, el que sea. Virtudes, defectos, características
generales. ¿Resulta familiar? ¿Han sucedido / suceden episodios que
podrías calificar con la energía de ese signo? ¿Sientes que te
describe de alguna manera o, por el contrario, no descubres ningún
punto en común? Revisa qué signo nos rodea más a menudo –en la
familia, en el trabajo, entre colegas, en general. ¿Sientes que
atraes personas con el signo del ascendente o del signo opuesto?
Al final se trata de
entender la astrología como una herramienta que nos puede ayudar a
conocernos tanto a nosotros como a los demás. Un instrumento
práctico, sin ningún tipo de truco mágico ni aparatosa pirueta
mortal. El objetivo no es otro que el comprender. El resto es vivir.
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