La personalidad de Escorpio



A continuación, voy a describir los rasgos de personalidad del signo de Escorpio. Estos rasgos estarán destacados en personas que tengan el Sol o el Ascendente en Escorpio, si bien por razones distintas, pues el Sol representa nuestro carácter intrínseco y el Ascendente los rasgos que adoptamos para adaptarnos al medio terrestre y nuestro entorno y también la personalidad exterior o conducta más evidente. No obstante, los siguientes rasgos estarán reforzados o suavizados por los planetas Dominantes o por el armónico que predomine en la carta.

El escorpión es un animal muy agresivo y peligroso, que puede matar a otros y también a sí mismo. Alude a los impulsos e instintos más profundos y terribles del ser humano que anidan a nivel inconsciente; aquello que ocultamos al exterior e incluso nos ocultamos a nosotros mismos. El escorpión indica que nos hallamos ante un signo de guerra, de lucha extrema, ya sea contra el mundo exterior o contra nosotros mismos.

Este signo pertenece al elemento agua, que en este caso anunciaría el apogeo de las pasiones, emociones, sentimientos e instintos. Son especialmente famosos por el profundo erotismo que los domina, auténtico motor de sus vidas, aunque se esfuerzan con tesón por ocultar todas estas cosas al exterior y proteger su auténtica realidad de las miradas ajenas, proyectando una imagen fría y cerebral. Su carácter introvertido y lacónico hace que disimulen muy bien su ardiente naturaleza, pero no hay que engañarse: tras su aspecto frío o apagado, estas personas esconden un volcán a punto de estallar.
Escorpión es también un signo fijo, lo que indica que son constantes y perseverantes, tanto en sus objetivos mundanos como en sus afectos o su modo de pensar. Son testarudos y es casi imposible hacerlos cambiar, pero si lo hacen, el cambio será trascendental y afectará a todas las áreas de su vida. Todo en ellos es radical por lo que sus grandes cambios también lo son. Si son buenos, rozarán la santidad, pero si son malos se entregarán gustosos a las peores pasiones. Todo Escorpio tiene algo de ángel y algo de diablo, y ambas tendencias tiran de ellos constantemente. Aborrecen la moderación y el término medio.

Tradicionalmente está asociado con Marte, el planeta de la guerra, debido a su naturaleza tan ardiente, agresiva y batalladora, pero tras la aparición de Plutón, se ha visto que existe un paralelismo con este planeta tan íntimamente vinculado con la muerte, las grandes transformaciones y el mundo inconsciente.
La Muerte carta XIII del Tarot
Sin embargo, Venus y la Luna se encuentran debilitados en él. Los planetas de la vida, el amor, la fecundidad y el crecimiento no pueden dar lo mejor de sí en el signo que preside la guerra, la muerte y todos los procesos destructivos.

La más alta espiritualidad y los instintos más fieros luchan en el interior de estos individuos, lo que los lleva a conocerse muy bien a sí mismos y también a los demás. Se sienten misteriosamente atraídos por todo lo oculto y lo prohibido, sobre todo por la muerte y el más allá. Sus ansias de saber están unidas a un gran realismo y sentido crítico.

Son muy suspicaces y desconfiados y sienten el mundo como un campo de batalla. Son los más guerreros, voluntariosos y agresivos del Zodíaco. Sumamente tenaces en la persecución de sus objetivos, son astutos y audaces y los mueve una secreta y profunda ambición. Aun siendo espíritus atormentados o autodestructivos, darán lo mejor de sí en los momentos más difíciles o críticos. Lo que atemorizaría a los demás atrae a estos nativos.

Profundas pasiones les dominan, tanto para bien como para mal. Nunca olvidan una ofensa ni tampoco un favor recibido. Pueden ser implacables en el rencor y el odio, llegando incluso al sadismo y la venganza, pero también pueden darlo todo por aquellos a quienes aman. Hay en ellos algo de sadomasoquismo o autodestrucción. Tienden a tener un temperamento colérico o apasionado.

En la vida de estos nativos siempre se produce alguna profunda transformación o metamorfosis, o en otros casos, son ellos quienes las provocan en sus semejantes. A menudo les encontramos entre los activistas y revolucionarios, los radicales y los fanáticos, obsesionados con transformar o renovar desde los cimientos la sociedad en que viven.

Físicamente no suelen ser bellos, pero despiertan un inigualable atractivo y magnetismo sexual, en gran parte debido a su mirada viva, penetrante y cargada de erotismo. Son mucho más fuertes y poderosos de lo que aparentan. Algunos tienen rasgos aguileños, como el príncipe Carlos de Inglaterra, otros son anchos, robustos y de aspecto más felino, como Charles Bronson.




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